Ante el ruido de las voces
y las ansias de engañar,
contra sus brutales coces,
hoy y siempre hay que pensar.
A los débiles, odiando,
pueden intentar conseguir
ir sus maneras guiando
contra su forma de vivir.
Un mensaje lisonjero
que culpa siempre a "otros"
de su penar pasajero,
pensando solo en votos;
no correrá este drama
por las sendas de mi mente,
no ganará por mí fama
su discurso pestilente.
Niegan lo obvio, ensalzan
unos absurdos sentires
que construyen y realzan
la patria sin porvenires,
que odia y se retuerce,
que mata a sus hermanos,
que tramposa siempre vence
con sus cánticos profanos.
Sitio viejo que no existe,
"su" bandera teje y corta,
a los buenistas embiste
y solo rencor aporta.
A aquellos que esto crean,
si los llamas por su nombre,
se ofenden y recrean
en su grotesco descombre.
Estos fascistas rabiosos,
gente de bien, bien armada,
cobardes y temerosos
contra su patria amada,
son los más antisistema.
¿Demócratas? Infiltrados.
Raza única y suprema,
amables y acomodados,
supuran crueles venenos,
trabajan en diferido,
amenazan muy serenos
a quien no forma su nido.
Siempre me tendrán enfrente
los que del mal son puristas,
los que odian al diferente,
los fascistas.
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