miércoles, 4 de diciembre de 2019

Elegía a la lluvia

Yo soy la lluvia y el fuerte viento
que cala las calles y las aceras,
estando mi ser mojado y sediento.

Humedeciendo tierras y maderas
sobrevivo muriendo poco a poco,
me voy y vuelvo, lleno calaveras.

Del invernal suspiro que yo troco
en espasmos lentos y mundanales,
su pronta venida también provoco.

Por los nuevos y rápidos canales
corre mi misma esencia sacudida,
postreras exhalaciones letales.

Estoy y no estoy ya en esta vida,
me desprendo de la vacua impresión
que me causa la vista elegida.

Con la furia de esta rebelión,
leo letras humeantes y secas,
algunas de estas no sin aversión.

Aquellas bellas buenas tardes huecas
de maldad convulsa y sin revuelo,
pasaron como anuncios de muñecas.

Yo soy el triste tiempo, el anhelo,
los campos que ahora palidecen,
las nubes que circulan por el cielo

y me precipitan mientras decrecen.
La realidad quieta que me abruma,
partes que palpitan y se ofrecen,

a todo lo que a ella le suma,
me compongo a su vez yo mismo
de la espadaña y de la pluma.

Noto que la mirada que el abismo
dirige hacia mí, como la mía,
alcanza cruenta un nuevo pesimismo.