jueves, 26 de noviembre de 2015

Música y bienestar

Al eco del mundo silencia
de mis teclas el sonido,
como por arte de magia movido
si hay ausencia de su ausencia.

No es terrorífico, no asusta,
tranquilidad y fuerza transmitidas
son ahora mejor admitidas;
terminó la tensión adusta.

Si de la razón el sueño
monstruos nos produce,
este duermevela seduce
desde a las notas al dueño.

La inconstante constancia,
el mirar de las miradas,
el parecer de perfección.
Aires de basta elegancia,
ansias suspiradas,
imperfectas muertes de la razón.

lunes, 9 de noviembre de 2015

Noche ineludible

Teníamos la certeza de que acabaría por pasar, pero, viendo que tras dos horas de cegada furia la tormenta no solo no amainaba, sino que iba adquiriendo intensidad, desistimos en nuestro ánimo de abandonar el mausoleo. El ruido del agua que caía incesantemente en el pequeño edificio de piedra resultaba casi adormecedor, de una monotonía soporífera, y que acabó por inquietar a más de uno.

Había sido a las siete cuando despertamos en medio de una oscuridad total. Éramos ocho, tumbados boca arriba en medio del cementerio, formando un círculo alrededor del mausoleo, marmóreo, viejo e imponente. Pocos instantes después de recobrar el conocimiento, aún sin habernos incorporado, la anaranjada luz de las antorchas llameaba dentro del monumento, cuyas puertas de roble estaban entreabiertas. 

La neblina que se deslizaba entre nosotros nos helaba el cuerpo y el ánimo. Nos levantamos como pudimos, y, sin haber decidido siquiera si era o no prudente, la tormenta se desató de forma brutal, así que todos corrimos al siniestro refugio del mausoleo y cerramos la puerta.

Nos acomodamos como pudimos en la estrechez de la antesala que daba a las catacumbas de una o varias familias acaudaladas, desconocidos propietarios del ahora vetusto y más que probablemente abandonado edificio.

-El tiempo pasa, los linajes se extinguen, las escrituras se traspapelan y al final el Estado acaba quedándose con las propiedades del cementerio. Siempre ha pasado, y así seguirá siendo.

 ¿Quién sabe qué personas están bajo nuestros pies? Nobles pretenciosos, burgueses opulentos, indignos herederos de títulos sin más propiedades que el hambre y el mausoleo, asesinos, cirróticos, desequilibrados mentales, gente trabajadora y humilde… ¿Quién sabe?

¿Acaso importa? ¿Alguien se había preocupado por ellos desde su muerte? ¿Había alguien recordado sus nombres? ¿Habían llorado su pérdida? Nada era relevante. Lo único que quedaba ya de esas personas era polvo en un ataúd y unas cuantas palabras grabadas en una deslucida placa de metal.

-La muerte y el olvido acaban por dominarlo todo. Siempre ocurre así.

Los niños, los viejos, distinguidas damas y apuestos donjuanes, todos habían dejado de ser hace muchos años.

-No se puede alterar esa verdad, es inevitable. Siempre llega.

No quedaba apenas llama en las casi consumidas antorchas.

-Es ineludible. Siempre acaba…

Con un leve suspiro, la luz se apagó.

-Siempre…

 Sentimos como la oscuridad pesaba, nos hundía y tiraba de nosotros hacia abajo. Nos conducía de vuelta a nuestros sepulcros. La noche había acabado. Nuestro tiempo había acabado. El alba iba a despuntar en el horizonte.

 Volvíamos a casa, volvíamos a morir.





domingo, 1 de noviembre de 2015

¿Un sueño?

Los sueños son raros pensamientos,
rebeliones de la mente 
cuando el cuerpo duerme
y tiene miedo de dormir,
así expresa su miedo,
su deseo de cruel necesidad.

De necesidad tal,
que sin el sueño liberador
la mente se repliega
y libera su locura,
tortura para el que duerme.

Odio y amo los sueños,
tanto como odio y amo la vida,
o como me odio y amo a mí mismo;
me da miedo, mucho miedo,
no quiero dormir,
no quiero dejar de soñar,
me da miedo no dormir,
empezar a soñar; me da miedo despertar
y seguir viviendo así.

Un bastión inexpugnable,
muralla de mayor solidez 
que las más duras rocas,
de mayor inflexibilidad 
que el acero más rígido,
indefenso al subconsciente
y cruelmente agresivo a la razón,
de bondadosa maldad
e indiferente preocupación.

-Eso es un sueño.