viernes, 29 de mayo de 2015

El lamento de la Parca

Tristes aquellos que alzan la mirada 
dejando sin su luz a un nuevo día 
y buscando a la desesperada
la luz de un triste cielo;
que no hallan más consuelo 
que dejar a un lado su alegría.


Triste aquel que huirme intenta 
y se engaña con vanos presentes,
pensando en si a la vida tienta 
y creyéndose triunfador;
que no llega al estertor 
de ver colgar sus miembros inertes.


Triste el que, por vivir, la vida deja 
en manos de un vivir menos bueno
que en ríos caudalosos se aleja,
de sangre que ya no fluye 
cuando la pena destruye 
un mal lamento que yo ya no peno.


Triste el que por gatos cría a leones
y no encierra en jaula a su gato,
que al verlos crecer queda sin razones;
pues su gato no era tal
sino un tigre que creció mal;
mas no quiere verlo por insensato.


El ser, un inconsciente concienciado,
un valiente con nombre de cobarde,
breve vuelo claro y embrollado,
que su rostro oculta en sombra
pues allí nadie lo nombra;
triste, este, ya no hace alarde.


¿Quién es quien este verso escribe 
en un cielo sin azul,
y en suaves sábanas de tul
acostado a la muerte recibe?



Viven, viven ajenos a su final,
y poco saben de su propia muerte:
cerca de un lago, en la cresta del mal,
en mi cátedra de hueso, 
sentada espero el grueso
de una vida que descansa, con suerte.


Viven con temor a mi siniestro ser,
con encanto hay quien alaba mi bondad,
pues cierro unos ojos que miran sin ver; 
y a este, que mi filo apura
tajo y siego su locura;
así es como me gano su lealtad.


Viven, apenas saben por qué lo hacen,
pero sin saberlo su vida siguen
porque a mi vitalidad no abracen;
viven en una mentira 
que a ser verdad aspira;
y en estas, la vida se pasa; viven.


Vive el que cuenta con poder y sin ley,
el que se halla con ley y sin poder,
de lejanas tierras un pomposo rey,
quien gana unos comicios,
el que ya no tiene vicios,
ese niño que no deja de crecer.


Parece que no es agradable el vivir,
ese mundo equiparable al sueño;
todos se mueren por conmigo venir,
y me llevo agradecido
a todo aquel que ha venido,
sin su mundo quedó, sin su dueño.


¿Quién es quien se queda a la otra orilla 
de un mar tan impetuoso,
y domina, poderoso
lo que por ser vetusto ya no brilla?



En ráfagas de un aire huracanado
se tornan los leves vientos sin maldad;
en pestilente y hediondo pantano 
se convierte aquel cristal, 
el lago de un río caudal 
que circulaba con majestuosidad.


En un susurro que nadie pronuncia
queda todo aquel saber antiguo,
quien no lo sabe a saberlo renuncia
pues ya no está quien lo sabía,
y con ciegos ojos guía 
futuro tan incierto como ambiguo.


En una noche con luna y sin su luz,
que tampoco cuenta con las estrellas, 
oscuridad de una seca testuz
de palidez tan malvada,
luce sólo bosquejada
en papeles ocultos y sin huellas.


En un tortuoso camino de sal
se vuelven las sendas de todo el mundo,
sólo quedan como mapa conceptual 
las ideas olvidadas,
y con sus hojas aladas
se dirigen al sueño más profundo.


Se atreve a ser posible necesidad, 
dejar el término inapelable;
sólo si alguien apreciase mi beldad, 
tendría la imprudencia 
de olvidarme la decencia,
y hacer del final un fin deseable.


¿Quién es quien mi pena escucha,
y le presta tal atención 
que al límite de esta canción,
de nuevo me silencia y me encapucha?

martes, 26 de mayo de 2015

Mayo...se nos fue...

Un famoso romance, el romance del prisionero, dice:

Que por mayo era, por mayo, 
cuando hace la calor, 
cuando los trigos encañan 
y están los campos en flor, 
cuando canta la calandria 
y responde el ruiseñor, 
cuando los enamorados 
van a servir al amor; 
sino yo, triste, cuitado, 
que vivo en esta prisión; 
que ni sé cuándo es de día 
ni cuándo las noches son, 
sino por una avecilla 
que me cantaba el albor. 
Matómela un ballestero; 
déle Dios mal galardón.


¿Mayo ha sido un buen mes? Bueno, depende del día, como todos los meses. El mejor del año seguramente para mí no, pero para alguien igual sí.

Romance del preso
Que al final no fue por mayo, 
cuando hizo la calor, 
que los trigos no encañaron
ni están los campos en flor, 
no nos cantó la calandria 
ni respondió el ruiseñor, 
que ya los enamorados 
no van a servir al amor.
Sino yo, triste, cuitado, 
que no muero en esta prisión; 
pero sé cuándo es de día 
y cuándo las noches son;
y no por una avecilla 
que me cantaba el albor. 
Cazómela un ballestero; 
me da Dios mal galardón.

Más bien algo así.

Cosas buenas y malas ha tenido, y ahora toca arrancar una hoja del calendario y ver que nuevas nos depara el mes de junio.

jueves, 21 de mayo de 2015

Aprender: una palabra que nos viene grande

Es difícil aprender ciertas cosas. Y es que el mejor método para hacerlo es, a partir de un error, tomar consciencia de la causa del fallo e intentar evitarlo en futuras situaciones. 
Aprender. Es muy fácil decir que de los errores se aprende, y esto funciona bastante bien. Pero hay que verse en la situación. 
No se puede desprestigiar a una persona porque cometa un error, nadie escapa a cometerlos. La complicación surge cuando se comete de forma reiterada e inapelable un error tras otro. 
A veces, la mayoría, aprendemos efectivamente de nuestras equivocaciones, pero puede y suele pasar que después de un error grave, importante, nuestra mente se bloquea. Tras esto, la más mínima complicación se nos hace un mundo, y nos ahogamos en un vaso de agua (que puede incluso estar vacío. Una de las desventajas de la inteligencia es que pensamos demasiado cosas que pueden ser un mero producto de nuestra mente).
Y se tarda un tiempo en volver a organizarse y recuperar el control del cuerpo. Hay gente que no se recupera nunca. Pero los que sí lo hacen terminan aprendiendo, objetivo principal de la existencia humana.
¿Quién es más listo, el que es más inteligente o el que de más errores ha aprendido? Es cierto que de los errores se aprende, pero la persona que es suficientemente hábil como para evitar equivocarse, de igual forma ha aprendido. 
En resumidas cuentas, de los errores se aprende, y no podemos vivir con un miedo constante a equivocarnos, pero la cautela y la astucia son también necesarias. Nunca dejaremos de asimilar ideas y conceptos, así que algún día quizá aprendamos una forma mejor de aprender.

miércoles, 20 de mayo de 2015

Epitafio de un hombre solo

Fernando González Hebrea 
12/7/1948 - 20/5/2015

"Quien vive en soledad, 
gustoso recibe la compañía de la muerte"

D.E.P.

martes, 19 de mayo de 2015

Relato: Carta de un hombre solo

Aunque le puse cadenas, barrotes y demás parafernalia, aunque lo oculté en lo más profundo y le puse un manto de oscuridad, me caía simpático. Después de una conversación con una persona a la que en su día cautivó, empecé a tenerle miedo. Y doblé las medidas antiescape.
Nada debería haber salido mal, nada podría haber salido mal, pero, yo sabía que acabaría escapando. Y tuvo dos semanas de agitación, pero no salió. Fue justo cuando las cosas frenaron, cuando dio el golpe que rompió todo, y escapó.
Me podría esperar (como así era) que acabaría saliendo, aunque nunca diría que en ese momento.
Y aunque en el fondo sabía que estaba suelto, hice como si no pasase nada.
Y mentí. Dije cosas que no eran ciertas. Dije que no me importaría renunciar a cosas que me gustaban, y me dolió renunciar (aunque lo haría una y mil veces si supiese que así lograba la felicidad de quien también tomó parte).
Dije que no era un ansioso, que no era impaciente, y lo estoy siendo.
Dije que mis ansias eran por la novedad, pero parece que no eran por eso.
Dije que era sólo una obsesión, y no estoy seguro de que no fuera en parte obsesión, pero no lo era en exclusiva.
Y descubrí que tenía armas, y que eran buenas.
Y apenas empezaba a hacerme a la idea de todo esto cuando escapó.
En efecto, me enamoré. Como un tonto. Como un loco. Como un animal que lleva mucho encerrado y se escapa. Y quiere ver el mundo, y probar cosas. Y se enfada, se revuelve, llora y enloquece si tiene que volver a su jaula.
Y la veo. Y me quedo embobado mirando su piel, tan suave, los ojos que guardan la mirada más bonita del mundo, su dulce boca, su cuello...Y me muero por lanzarme a probarlo, y quedarme horas y horas abrazado a ese cuerpo, protegiéndolo de todo y sin pensar en nada más que en ella...
Y me mata saber que no puede ser. Y lo pienso mucho, demasiado. Y me duele tener que olvidar que tengo sentimientos. Y me ofende saber que pensaba que no caería, que mi mente era fuerte.
¡Que absurdo!, llegué incluso a pensar en un futuro juntos. Si ya ni siquiera me devuelve la mirada... Invisible permanezco a sus ojos, que aunque asemejan ser de fuego, con indiferente frialdad apenas se posan en mí si le hablo.
Y a pesar de esto, para cada catorce de febrero, las tiendas se llenan de rosas, rojos, corazoncitos de papel, y tupidos ramos de vivas flores que no tardarán por marchitarse.
Y valiente idiota aquel que no cree en el amor... A mi entender debe ser la persona más feliz del mundo.
No puedo asegurar que mejore, si bien con seguridad el tiempo hará su efecto sobre mí. Pero pueden pasar dos cosas, o me olvidaré de ella, o cada vez estaré más obsesionado.
Me he cansado de esperar. Estoy mayor para estas tonterías. Y no voy a esperar más.

De modo, señor juez, que ahí tiene mis motivos, saque usted sus conclusiones. Diga que lo siento a todo aquel que me tuviese aprecio, que ya no podía más. Y despídase por mí de la familia que me queda, a mí se me ha hecho imposible decirles nada.

F.G.H.

¿Un comienzo o un final?

¿Quién puede decir que toma la puerta que quiere tomar?
En este mundo es difícil darse cuenta de lo que hacemos hasta que lo hacemos.

La reflexión esencial


¿Soy libre? Si nadie me ata, ¿por qué no soy libre? Quiero escapar, y sin embargo no dejo de querer estar preso. ¿Es así la condición humana, tan cruel? ¿Por que aún en el dolor se quiere al arma que nos hiere?
Es obvio que no hay ningún dios. De haberlo, se asumen dos cosas; una, es perfecto, y dos, nos hizo a su imagen y semejanza. Y de estar hechos a su imagen y semejanza, dios sería cómo nosotros: imperfecto. Esto desmonta la teoría.
La no perfección, es, a su modo, algo tan bonito... Todo es perfectamente distinto a cuanto lo rodea. No darse cuenta de esto es el primer error que puede cometer una persona, y uno de los más difíciles de subsanar. 
Cuando uno da por sentado que existe la perfección, está poniendo un límite, una barrera a partir de la cual ya no hay nada que hacer, nada que añadir. ¿Y hay algo más estúpido que vallar la creatividad y la imaginación? 
Pasen y vean.