jueves, 21 de mayo de 2015

Aprender: una palabra que nos viene grande

Es difícil aprender ciertas cosas. Y es que el mejor método para hacerlo es, a partir de un error, tomar consciencia de la causa del fallo e intentar evitarlo en futuras situaciones. 
Aprender. Es muy fácil decir que de los errores se aprende, y esto funciona bastante bien. Pero hay que verse en la situación. 
No se puede desprestigiar a una persona porque cometa un error, nadie escapa a cometerlos. La complicación surge cuando se comete de forma reiterada e inapelable un error tras otro. 
A veces, la mayoría, aprendemos efectivamente de nuestras equivocaciones, pero puede y suele pasar que después de un error grave, importante, nuestra mente se bloquea. Tras esto, la más mínima complicación se nos hace un mundo, y nos ahogamos en un vaso de agua (que puede incluso estar vacío. Una de las desventajas de la inteligencia es que pensamos demasiado cosas que pueden ser un mero producto de nuestra mente).
Y se tarda un tiempo en volver a organizarse y recuperar el control del cuerpo. Hay gente que no se recupera nunca. Pero los que sí lo hacen terminan aprendiendo, objetivo principal de la existencia humana.
¿Quién es más listo, el que es más inteligente o el que de más errores ha aprendido? Es cierto que de los errores se aprende, pero la persona que es suficientemente hábil como para evitar equivocarse, de igual forma ha aprendido. 
En resumidas cuentas, de los errores se aprende, y no podemos vivir con un miedo constante a equivocarnos, pero la cautela y la astucia son también necesarias. Nunca dejaremos de asimilar ideas y conceptos, así que algún día quizá aprendamos una forma mejor de aprender.

No hay comentarios:

Publicar un comentario