Entre ramas deshojadas y, muerta ,
lucha con Cupido un alma en pena,
terrible batalla al mundo ajena
en tanto que la tomamos por cierta,
y viéndose tan escasa la oferta
de salir libre el alma de condena,
átala ya el niño a una cadena,
quedando vencedor de la reyerta.
¿Tan ingenuos somos que aún pensamos
que solos al amor podemos dominar,
y así a un bravo amor nos enfrentamos?
Tal estupidez no deja de asombrar
a todos los que amores empezamos
sin saber luego como se han de cerrar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario